Hipótesis de una investigación inminente.
Realmente nos interesa –y hasta preocupa- presenciar en primera persona el
apabullante crecimiento de la edificación en la ciudad de Rosario, que no está correctamente
planificado porque la “cantidad” no hace la “calidad”. Con calidad de vida no
estamos hablando de lujos que puedan darse personas de clase media-alta en un
departamento con vista al río Paraná; sino todo lo contrario. Su aspecto
negativo, que es nada menos que la imposibilidad de aquellas personas sin un
piso y un techo de habitar estas construcciones. Esto se debe a los elevados
precios de nuevos y modernos edificios, que claramente no están hechos para
darles un hogar a los que no tienen acceso sino que se trata exclusivamente de
suntuosidades.
Entonces nos preguntamos, ¿se
está solucionando el problema de la pobreza o se está colaborando a
acrecentarla? ¿Hasta qué punto es correcto levantar inmensas torres para tapar
las sombras de las villas? Es evidente que el dinero está, pero… ¿se está
invirtiendo correctamente o las empresas tienen las prioridades desordenadas?
Este flagelo necesita encontrar
una solución pronta y, año a año, lo único que se hizo desde la política fue esconder
debajo de la manga como un mago novato y sin experiencia algo que se puede
vislumbrar en el mismísimo momento de ingresar a la ciudad por cualquier acceso:
la abundancia de villas inhóspitas.
Una de las temáticas principales
en la que basaremos nuestra investigación, será cómo las constructoras
destruyeron los grandes parques y zonas verdes con las que gozaba la ciudad, para
vomitar encima de sus escombros shoppings, casinos, centros comerciales, industrias,
negocios, edificios de lujo y demás opulencias.
Además, en cómo la paulatina
desaparición de estas imprescindibles fuentes de vida que son las plazas con
verde y los lugares al aire libre, afecta al ambiente y por ende, agudiza la
contaminación. No es requisito indispensable ser especialista en ecología para
advertir y determinar que los residuos de una fábrica son mucho más
perjudiciales a la salud del medioambiente que el parque donde previamente se
respiraba naturaleza y que después el capitalismo lo convirtió en un mero
escenario de zona industrial.
Para la tercera ciudad más
habitada de Argentina, la falta de terrenos libres (quedan muy pocos en los que
todavía no se haya planificado nada) y la ocupación de los mismos, arrastra un
viejo contratiempo y una gradual dificultad: el pesado tráfico.
Es imposible llegar desde tu casa
al trabajo, a la escuela o adonde sea que vayas, sin haberte estresado
previamente. El hacernos “mala sangre” al volante es nuestro sello distintivo.
Ni hablar del caos y el tiempo que implica transportarte al centro de la
ciudad, ya sea en auto, en colectivo o en bicicleta. Resulta misión imposible
no toparse con una calle reducida por “obras en construcción” o bien, cerrada.
Como consecuencia de esto, el embotellamiento que se produce –casi como
experiencia cotidiana para los rosarinos- deja algunas secuelas: vías de
transporte trabadas, olor a nafta quemada y bocinazos por doquier.
Estos grandes revuelos han causado
que se extermine con la tranquilidad, el orden y el aire límpido que alguna vez
reinó en las calles de Rosario; para cederle el pedestal de los vencedores al
caos, a la vorágine y a la temida contaminación, que se lleva el primer puesto.
Nuestro objetivo en este trabajo
será abordar las múltiples problemáticas que conlleva la construcción en
Rosario, siendo ésta el centro de la investigación que llevaremos a cabo. Nos
permitiremos también navegar por lateralidades como la desaparición de espacios
verdes, la contaminación del medioambiente y el pesado tráfico de nuestras
calles, pero nunca desviándonos de nuestro eje.
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