lunes, 11 de mayo de 2015

La construcción en Rosario: contaminación, falta de espacios verdes y tráfico pesado.

Hipótesis de una investigación inminente.



 Realmente nos interesa –y hasta preocupa- presenciar en primera persona el apabullante crecimiento de la edificación en la ciudad de Rosario, que no está correctamente planificado porque la “cantidad” no hace la “calidad”. Con calidad de vida no estamos hablando de lujos que puedan darse personas de clase media-alta en un departamento con vista al río Paraná; sino todo lo contrario. Su aspecto negativo, que es nada menos que la imposibilidad de aquellas personas sin un piso y un techo de habitar estas construcciones. Esto se debe a los elevados precios de nuevos y modernos edificios, que claramente no están hechos para darles un hogar a los que no tienen acceso sino que se trata exclusivamente de suntuosidades.

 Entonces nos preguntamos, ¿se está solucionando el problema de la pobreza o se está colaborando a acrecentarla? ¿Hasta qué punto es correcto levantar inmensas torres para tapar las sombras de las villas? Es evidente que el dinero está, pero… ¿se está invirtiendo correctamente o las empresas tienen las prioridades desordenadas?

 Este flagelo necesita encontrar una solución pronta y, año a año, lo único que se hizo desde la política fue esconder debajo de la manga como un mago novato y sin experiencia algo que se puede vislumbrar en el mismísimo momento de ingresar a la ciudad por cualquier acceso: la abundancia de villas inhóspitas.

  Una de las temáticas principales en la que basaremos nuestra investigación, será cómo las constructoras destruyeron los grandes parques y zonas verdes con las que gozaba la ciudad, para vomitar encima de sus escombros shoppings, casinos, centros comerciales, industrias, negocios, edificios de lujo y demás opulencias.

 Además, en cómo la paulatina desaparición de estas imprescindibles fuentes de vida que son las plazas con verde y los lugares al aire libre, afecta al ambiente y por ende, agudiza la contaminación. No es requisito indispensable ser especialista en ecología para advertir y determinar que los residuos de una fábrica son mucho más perjudiciales a la salud del medioambiente que el parque donde previamente se respiraba naturaleza y que después el capitalismo lo convirtió en un mero escenario de zona industrial.

 Para la tercera ciudad más habitada de Argentina, la falta de terrenos libres (quedan muy pocos en los que todavía no se haya planificado nada) y la ocupación de los mismos, arrastra un viejo contratiempo y una gradual dificultad: el pesado tráfico.

 Es imposible llegar desde tu casa al trabajo, a la escuela o adonde sea que vayas, sin haberte estresado previamente. El hacernos “mala sangre” al volante es nuestro sello distintivo. Ni hablar del caos y el tiempo que implica transportarte al centro de la ciudad, ya sea en auto, en colectivo o en bicicleta. Resulta misión imposible no toparse con una calle reducida por “obras en construcción” o bien, cerrada. Como consecuencia de esto, el embotellamiento que se produce –casi como experiencia cotidiana para los rosarinos- deja algunas secuelas: vías de transporte trabadas, olor a nafta quemada y bocinazos por doquier.

 Estos grandes revuelos han causado que se extermine con la tranquilidad, el orden y el aire límpido que alguna vez reinó en las calles de Rosario; para cederle el pedestal de los vencedores al caos, a la vorágine y a la temida contaminación, que se lleva el primer puesto.

 Nuestro objetivo en este trabajo será abordar las múltiples problemáticas que conlleva la construcción en Rosario, siendo ésta el centro de la investigación que llevaremos a cabo. Nos permitiremos también navegar por lateralidades como la desaparición de espacios verdes, la contaminación del medioambiente y el pesado tráfico de nuestras calles, pero nunca desviándonos de nuestro eje.




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