El kirchnerismo arremete contra el juez Fayt
Estamos acostumbrados
a los repentinos ataques del gobierno a la justicia –o a cualquier poder que le
sea incómodo-, pero este en particular tiene un grado de inmoralidad y de
irrespetuosidad altísimo. La oposición, aunque resiste, ha tomado el asunto con
cierta liviandad y (creo yo) sin advertir la gravedad del suceso.
El argumento del
gobierno es totalmente insípido, carece de fundamentos. Se acerca más a lo que
sería una estigmatización. La única imputación que se le hace al Ministro de la
Corte Suprema es la de ser viejo, y eso no está escrito en la constitución. Es directamente
un ataque a un juez independiente que revuelve con el dedo la llaga de Cristina
y sus acólitos. También a la Corte, que es uno de los pocos estamentos del
Poder Judicial que escapó de la colonización del kirchnerismo y que constituye
un último límite institucional para el Gobierno. Para ser más claros, es el único
poder que le falta conquistar al Ejecutivo para alcanzar un autoritarismo
característico al de un gobierno totalitario que intenta quebrantar la división de poderes acuñada por Montesquieu en el siglo XVIII que
hacen república a una república.
El objetivo de la
operación es evaluar las aptitudes de Fayt, que inevitablemente –le cueste a
quien le cueste- adquirió con la experiencia a lo largo de décadas en el puesto,
y sus capacidades cognitivas para el ejercicio de la magistratura. Ahí sí podemos
consensuar un chequeo en forma de re-evaluación. Hay que aclarar que la salud
de un funcionario público no califica dentro de vida privada, ya que es un hecho de interés público y que debemos
conocer los ciudadanos.
Lo que me hace
muchísimo ruido y evidencia la putrefacción estatal, es que en la misma reunión
donde se discutió con fervor el tema de Fayt, se rechazaron los pedidos de
juicio político contra el vicepresidente Amado Boudou, que por cierto tiene dos
procesamientos por corrupción (uno por la causa Ciccone y otro por
falsificación de documentos públicos).
Este amiguismo y favoritismo
que propone el modelo de Cristina Fernández de Kirchner es una fuerte violación
a nuestros derechos como ciudadanos de una república. Y la búsqueda de destituir al fogueado Ministro de la Corte Suprema, Carlos Fayt, parece a grandes rasgos la necesidad de forjar un escudo que proteja a la presidenta -y a muchos funcionarios públicos- debido a un posible cambio de timón en el Poder Ejecutivo.
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