Aquellos históricos directores técnicos, quienes alguna vez
supieron cargarse de laureles engrandeciendo la historia de sus clubes, hoy son
reemplazados por jóvenes ex futbolistas o entrenadores que terminan siendo más
fructíferos, en este fútbol nuevo y renovado.
La forma de jugar ha
cambiado, eso es indiscutible. Ya no existe el “fútbol espectáculo” de antaño,
cuando en los ’70 y ’80, la gente se sentaba en su butaca predilecta del
estadio, a disfrutar de un show. Un show, en donde se celebraba una gambeta, un
caño o una rabona –así sea del rival.
Contrariamente, hoy se
aplaude al que más corre, algo que no cabe en la cabeza de ningún viejo
futbolero. El juego lento y vistoso ha desaparecido, para darle lugar al estado
físico, la táctica, y por consecuencia, la rusticidad. Se ha restringido la
libertad de los protagonistas; tornándolos soldados del sistema táctico.
Por ende, podríamos
decir que la manera de jugar, y las enseñanzas o el entrenamiento que reciben
los flamantes jugadores, han cambiado drásticamente nuestro fútbol, excluyendo
a un lado a los viejos ideólogos.
Quienes terminan
pagando los platos rotos, son los antiguos entrenadores que no terminan
adaptándose. El caso de Carlos Bianchi en Boca; o el de Ramón Díaz en River,
son los más famosos ejemplos entre miles de casos. El primero, quien retornó
por la puerta grande, emulando la entrada de Napoleón a París, se tuvo que
terminar marchando por la puerta chica de atrás, al no haberle encontrado la
vuelta al fútbol actual en dos años a cargo del equipo. Hoy, el joven
Arruabarrena, le ha devuelto la ilusión al hincha xeneize. El caso de Ramón,
sin embargo, es un poco distinto. Si bien, su partida fue por el arco del triunfo,
no muchos lo extrañan gracias al maravilloso fútbol que despliega el equipo de
Marcelo Gallardo.
Los recién
mencionados, son apenas dos granitos de arena en medio de un desierto. Hace
algunos años, en Racing, se dio el benévolo y saludable cambio de Luis Zubeldía
por Alfio Basile; y remontándonos al ascenso argentino, el Lobo platense
descendió a la segunda categoría del fútbol argentino tras pésimos resultados
de Ángel Cappa, y ascendió gracias al notable rendimiento alcanzado por Pedro
Troglio.
Este Torneo de
Transición 2014, se ha devorado a varios entrenadores apenas en el inicio del
mismo. La poca vida útil de los técnicos
y los urgentes resultados que se exigen en la actualidad, imposibilitan a los
técnicos pensar en un proyecto que funcione con el tiempo.
El sistema del fútbol argentino nos ha llevado a esto, la imperiosa
necesidad de sacar puntos, sin importar el mañana. Las nuevas reglas, sin lugar
a dudas, están relegando a viejos entendedores, forjando así un recambio en las
direcciones técnicas. ¿Hacia dónde marchamos?
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