Foto: (Télam). |
El empate entre Central y Newell’s dejó sensaciones opuestas
de cara al futuro para cada uno. Por un lado, el Canalla se quedó masticando
los sinsabores de un punto que lo aleja de la cima y no pudo capitalizar la
derrota de San Lorenzo. Mientras tanto, en el equipo del Parque la igualdad cae
mejor porque sirvió para cortar una racha de cuatro clásicos perdidos y además,
porque pudo demostrar que no existe una sola manera de jugar al fútbol.
El equipo de Bernardi plasmó en el campo de juego un sistema
que no asumió demasiados riesgos: priorizó proteger la retaguardia y
convertirla en una efectiva telaraña capaz de absorber y frustrar todos los
avances auriazules. En contrapartida, Central no pudo resolver nuevamente el
cerrojo defensivo en su casa y se terminó quedando con las manos vacías.
Desde la previa, el cambio en la fisonomía del equipo de
Arroyito se planteaba como una incógnita a resolver, debido a que el Canalla
había perdido su enlace entre el medio y la delantera (Cervi) y Musto no era la
alternativa para cohesionar el discurso de juego.
A su vez, Newell’s supo extirpar de sus entrañas la doctrina
“tatista” y se mostró más plegable a las necesidades del resultado. Es cierto
que resta demostrar si se trató de una disrupción total o de un caso aislado;
es decir, si fue una fenomenal excepción por lo urgido que estaba la Lepra de
sumar contra Central o si éste será el nuevo sello rojinegro a partir de ahora.
En definitiva, a base de garra y mezquindad, Newell’s pudo ocultar bajo la
alfombra sus limitaciones futbolísticas y terminó quedándose con las más claras
del derby.
Central, con un equipo partido, careció de luces de tres
cuartos para adelante y se terminó perdiendo en un laberinto sin salida. Otro
detalle a destacar es que a la falta de juego no la complementó con su intensidad habitual que lleva a
encerrar a los rivales en el área.
Ambos conjuntos
terminaron ajustándose a un empate por las precauciones de no ir a buscarlo. Tanto
canallas como leprosos tuvieron más miedo de perderlo que ganas de ganarlo, y
por eso el clásico se terminó esfumando como un olvidable partido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario