martes, 11 de noviembre de 2014

El Menottismo de César Luis contra el Bilardismo de Carlos Salvador.

 Por Fabrizio Turturici.










 Estamos adentrándonos en una de las eternas comparaciones que existe y va a existir en el mundo del fútbol argentino (quizás la mayor). Y es que César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo son como el agua y el aceite, dos estilos de juego totalmente contrapuestos pero eficaces y ganadores. El primero, podría ser considerado como el criollismo futbolístico conservador; mientras que el otro, el eurocentrismo futbolístico renovador.

 Ellos han generado en las últimas décadas innumerables enfrentamientos ideológicos, desparramadas divisiones, emociones ambivalentes y hasta luchas de intereses. Para poder comprender ambas ideologías, no nos queda más remedio sino que conocer en profundidad a sus personajes. Por ese motivo, voy a comenzar detallando brevemente la historia y la trayectoria de las personalidades. Empezando con el primer director técnico argentino campeón del mundo, Menotti.

 César Luis Menotti, apodado “El Flaco”, nacido en Rosario, Provincia de Santa Fe, Argentina, el 5 de noviembre de 1938, es un ex-jugador y entrenador de fútbol argentino. Jugaba de delantero (a veces de centrocampista) y su primer equipo fue Rosario Central. Como director técnico alcanzó la cumbre de su carrera cuando guió a la selección de su país a ganar por primera vez la Copa Mundial de Fútbol de 1978.

  Antes del debut en el fútbol profesional, jugó algunos años en la provincia de Córdoba, en Argentino de Marcos Juárez. Luego pasó a Rosario Central, donde jugó 6 partidos en reserva y en 1960 le llega la oportunidad de jugar en el primer equipo. Su debut en la Primera división argentina se produce el 3 de julio de 1960 en el partido Rosario Central 3 - 1 Boca Juniors. El Flaco en el equipo rosarino tuvo actitudes respetables, fue por eso que permaneció en el club durante cuatro temporadas.  

 Más tarde, en el 64-65, es transferido a uno de los cinco grandes del fútbol nacional, Racing Club de Avellaneda. Sin embargo, no tardó mucho en llegar el interés de Boca Juniors, equipo con el que luego ganaría una Liga en su primera temporada.

 Dos años más tarde, en 1967, se marcha a Estados Unidos para jugar con el equipo neoyorquino The Generals, pero al año siguiente regresa a Sudamérica, Brasil. Allí permanece dos temporadas jugando con el Santos. En el conjunto de Pelé, gana el Campeonato Paulista de 1968. Transitando una jugosa carrera como futbolista, llegando a su fin, ficha para el Clube Atlético Juventus de San Pablo, donde se retiró al finalizar la temporada 69-70.

 Lo que no se imaginaba Menotti, es que su profesionalismo no quedaría marcado sólo por lo que hubiese hecho como jugador, sino como entrenador también. Su carrera como técnico empezó al año siguiente de haber colgado los botines, actuando como segundo entrenador de Newell’s Old Boys, auxiliando a otro recordado técnico: el "Gitano" Juárez.

 En la temporada 72-73 entrenó al Club Atlético Huracán, consiguiendo ganar una Liga (Torneo Metropolitano 1973). Ese título fue el primero y único en la historia logrado por el Globo en la era del profesionalismo (1931-al presente). De aquel equipo campeón se recuerda no sólo el título obtenido, sino la espectacular forma de entender el juego por parte de cada uno de sus jugadores, entre los que sobresalieron Avallay, Basile, Houseman, Carrascosa, Larrossa, Brindisi y Babington. En esta época los hombres dirigidos por Menotti lograron incluso un abultado marcador ante Boca Juniors, equipo al que le endosaron nada menos que cinco goles, ganando, goleando y gustando. Un dato no menor es que algunos de los integrantes de este plantel serían luego campeones del mundo en 1978.

 En 1974, merced a la gran campaña realizada con Huracán, se convierte en el seleccionador de su país. Con la Selección argentina se proclamó campeón de la Copa Mundial de Fútbol de Argentina '78.

 Su trayectoria coronada de éxitos –hasta ahora- no finalizaba ahí, en la temporada 82-83 fichó por el FC Barcelona para sustituir a Udo Lattek en el banquillo. Su debut como entrenador en la Primera división española se produjo el 12 de marzo de 1983 en el partido FC Barcelona 1 - 1 Betis. En esa temporada ganó la Copa del Rey y la Copa de la Liga. Menotti permaneció en el azulgrana la siguiente temporada con resultados mediocres, pero ganando la Supercopa de España.

 Más tarde, en noviembre de 1986, empieza a entrenar a Boca Juniors. Una sola ronda de campeonato le bastó para lograr con el club de la Rivera un buen repunte que lo llevó a finalizar cuarto en el torneo, finalmente ganado por Rosario Central.

 En la temporada 87-88 entrena al Atlético de Madrid pero no logra finalizar su contrato ya que en la jornada 29 fue despedido por Jesús Gil por el irregular andar del equipo. Pese a los malos números, le dio un gran gusto a la afición colchonera, acabando por 4 a 0 en el Estadio Santiago Bernabéu al Real Madrid, en el Derby madrileño.

 En 1989 regresa a su país natal para entrenar al Club Atlético River Plate en el cual tampoco finaliza el campeonato por mal rendimiento.  Un año más tarde se marcha a Uruguay para sentarse en el banco de Peñarol de Montevideo, en donde no logra buenos resultados y es despedido nuevamente.

 En agosto de 1991 fue nombrado como técnico de la Selección de fútbol de México, cargo que ocupó durante un año y medio, ayudando en el desarrollo futbolístico de los jugadores mexicanos.

 Contrariado por el descenso de su efectividad, decidió acabar su etapa como DT y se dedicó a trabajar como comentarista en varias cadenas de televisión. Aunque en 1993 regresa a las canchas para dirigir por segunda vez a Boca Juniors: tampoco le fue como esperaba.

 En 1996 se hizo cargo de otro grande, el Club Atlético Independiente. Durante una temporada en la que consiguió un subcampeonato de liga.

 Al año siguiente probó suerte en el siempre difícil Calcio italiano encargándose de la Sampdoria, aunque fue destituido por malos resultados después de ocho jornadas de liga regresando al banquillo del Independiente, equipo en el que permaneció hasta 1999 pero tampoco cumplió.

 Para no continuar con su debacle retornó a los medios de comunicación, encontrándose nuevamente con los micrófonos. Pero el amor es más fuerte; pasaron apenas unos años hasta el 2002, fecha en la que regresa al club de sus amores, Rosario Central. Después de un comienzo arrollador, en el cual el conjunto canalla gana 5 de sus primeros 6 partidos (algunos de ellos por goleada, y el clásico rosarino ante Newell's en la 6ª fecha y de visitante algo que no conseguía desde 1980) el equipo acumularía 9 juegos sin victorias por lo que sería despedido después de la fecha 15, tras una derrota de local ante Estudiantes por 2 a 1.

 En 2005 vuelve al Rojo de Avellaneda, sin mucha suerte, ya que decidió renunciar por falta de puntos del equipo. En 2006 y 2007 tuvo un paso por el fútbol mexicano, dirigiendo a Puebla FC y los Tecos de la UAG respectivamente, instituciones en las cuales se chocó con el fracaso que lo agobiaba.

 Terminando este repaso de su vida profesional, nos vamos a centrar en el Mundial del 78. Luego del fracaso de la Selección argentina en la Copa Mundial de fútbol de Alemania Occidental de 1974, Menotti es nombrado seleccionador. Su debut se produjo el 12 de octubre de 1974 en el partido Argentina 1 - 1 España.

 La mayor meta era conseguir una Copa Mundial de Fútbol, y en 1978 Argentina tenía una buena oportunidad, ya que se celebraba en casa. El Flaco, que antes del inicio del campeonato tuvo problemas con algunos equipos que pretendían llevarse a sus jugadores, consiguió proclamar a la Selección Argentina campeona al derrotar en la final a Holanda por tres tantos a uno.

  Fue el primer título mundial en nustra historia. Un año más tarde Menotti solicitó entrenar también al equipo juvenil de Argentina en el Mundial de Japón. Con este equipo logró proclamarse campeón del Mundial Juvenil (sub-19) con Maradona como figura del campeonato. Pero el pasado oscuro de él fue nunca poder terminar bien en ningún equipo, así que tuvo que abandonar el cargo luego de no pasar de segunda ronda en el Mundial de 1982 en España.

 Dejamos para el cierre lo que nos importa (su postura e ideología de mirar el fútbol) y nos vamos directamente a detallar la vida del DT que transitó por la vereda contraria, Carlos Salvador Bilardo.
 Nació en el barrio de La Paternal, provincia de Buenos Aires, el 16 de marzo de 1939.

 Jugó en las categorías inferiores de San Lorenzo de Almagro (de mediocampista) hasta que en 1958 le llegó la oportunidad de jugar en el primer equipo.

 Alternó como suplente en el Campeonato de 1959, ganado por el club, y en la Copa Libertadores de 1960. Durante las temporadas de 1961 a 1965 jugó con Club Deportivo Español.

 En 1965 fichó por Estudiantes de la Plata, equipo con el que ganó una Liga en 1967; tres Copas Libertadores de América en los años 1968; 1969 y 1970, la Copa Interamericana de 1969, además de una Copa Intercontinental de Clubes en 1968 y siendo dos veces finalista de la Copa Intercontinental de Clubes en 1969 y 1970. Se retiró como futbolista al finalizar la temporada de 1969/70 en Estudiantes de La Plata. 

 Bilardo se desempeñó como analista deportivo en la cadena Fox Sports y ocupó el cargo de Secretario de Deportes de la Provincia de Buenos Aires.

 Luego de una exitosa carrera como entrenador (la cual vamos a desarrollar a continuación), actualmente es el Coordinador de Selecciones Nacionales de fútbol de la República Argentina.

 Su carrera como técnico empezó en 1970 en Estudiantes de La Plata como segundo entrenador de Osvaldo Zubeldía quien fuera su entrenador en la gloriosa época del Pincha. En 1971 asumió como director técnico y logró evitar lo que parecía un descenso seguro de su club.  Años más tarde, en 1973 y en 1975 logró el subcampeonato Nacional, terminando invicto, detrás de River Plate.

 En 1979 dirigió en regular campaña a San Lorenzo de Almagro; y tres años después, en el '82, se hizo cargo del puesto de entrenador en Estudiantes de La Plata, consiguiendo ganar una Liga (Campeonato Metropolitano) en ese año, con un gran equipo y una forma de juego novedosa para la época. 

 En 1982, gracias a la gran campaña realizada con el club de La Plata, se convirtió en el seleccionador del equipo nacional argentino. Con la Selección argentina se proclamó campeón de la Copa Mundial de Fútbol de México de 1986, en la cual brilló Diego Armando Maradona. Cuatro años más tarde, volvió a llevar a la Selección Argentina a la final del Mundial de Italia 1990, cayendo en un polémico partido ante la Selección de fútbol de Alemania por 1-0 y logrando el subcampeonato en la Copa Mundial de Fútbol de Italia de 1990.



 En 1996, empezó a entrenar a Boca Juniors, equipo del que se fue luego de realizar una gran reforma dentro del plantel y no obtener los resultados esperados.

“El doctor” volvió a Estudiantes de La Plata en 2003. En aquel año, el club estaba al borde del descenso, pero bajo su conducción, el equipo se repuso nuevamente de esa grave situación y se quedó en Primera. Bilardo permaneció en el cargo hasta junio de 2004, cuando decidió retirarse de la dirección técnica por problemas personales que no aclaró.


 Fuera del país, se radicó en Colombia durante los años 1976 y 1979 y dirigió al Deportivo Cali logrando llevar por primera vez en la historia a un equipo colombiano a la final de la Copa Libertadores de América en 1978 perdiendo la final frente a Boca Juniors. Durante los años 1980 y 1981 dirigió a la Selección de fútbol de Colombia de cara a la clasificación para la Copa Mundial de Fútbol de España de 1982.

 A mediados de la temporada 1992-93 fichó por el Sevilla FC junto a Diego Maradona equipo en el que ambos sólo permanecieron  una temporada. Otra experiencia del “Doctor” fue haber entrenado a Libia (1999-2000).

 Prestando especial atención al Mundial conseguido en el año 1986, podemos destacar varias cosas. Bilardo traía consigo una nueva idea acerca de la concepción del juego de los equipos de fútbol y eso lo trasladó a la Selección. Incorporando nuevos jugadores para debutar, sobre todo de Estudiantes de La Plata e Independiente, equipos que en aquellos años dominaran el fútbol argentino. La conducción de Carlos Salvador al frente del seleccionado estuvo plagada de críticas por parte del periodismo.

 La obtención del Mundial de México 1986 de forma brillante e indiscutida donde Diego Maradona se coronó mejor jugador del mundo y en donde la Selección dirigida por él impuso un nuevo sistema de juego innovador para la época: el 3-5-2; compuesto por 3 defensores (1 líbero y 2 stoppers), 5 mediocampistas y 2 delanteros que asombraron al mundo.


  Las estadísticas no pueden faltar. No hay que obviar Bilardo con la Selección Argentina dirigió 291 partidos oficiales, obteniendo 355 puntos y logrando el mayor porcentaje de efectividad de la historia de Argentina, el 61%. Sin embargo, Menotti, con más partidos en el banquillo que su colega, no se asoma siquiera a un porcentaje de tal tamaño.

 Para rellenar aún más y exprimirle jugo a los ídolos, algunos testimonios:

 “Yo entiendo una sola manera de juego: con marca. Y ése (irremediablemente) es el fútbol que se viene”. Carlos Salvador Bilardo.

 “Defiendo el resultado y quiero que los jugadores sufran por conseguirlo”. Carlos Salvador Bilardo.

 “Perder contra Brasil, o quedar eliminado en la primera rueda, hubiera significado toda una vida de técnico tirada a la basura. Viví momentos muy difíciles. Me enloquecí. Por instantes, por la cabeza me pasaron cosas muy extrañas” (refiriéndose al mundial 1990). Carlos Salvador Bilardo.

“¿Que tendrá que ver este equipo con la doctrina Menotti? Más vale fuerza que toque.” Diego Maradona en el 1986.

“Para defender cierta ideología con fundamentos hay que conseguir logros". Juan Sebastián Verón.

“Hay que hacerle entender al jugador que el fútbol es un juego. Y, por lo tanto, es difícil, como todos los juegos. Porque lo más importante es saber jugar. Y jugar bien es entender el juego.” César Luis Menotti.

“[...] una mística del sacrificio y del trabajo que ocultaban, en realidad, la mediocre realidad de sus intenciones [...] llegaron un día los hombres insensibles, incapaces de sentir el cosquilleo emocionante de una gambeta o un pase de taquito y quisieron enfrascarlo, computarizarlo, cuadricularlo, preverlo, y hablaron del resultado como único objetivo válido [...]”. César Luis Menotti.


 Ahora que tenemos una detallada recapitulación de ambas historias; nos trasladamos a la segunda parte que es lo lindo y atrapante de esto: sus posturas, sus ideologías, sus estilos de juego y sus principios.

 El Doctor Carlos Salvador Bilardo privilegia un estilo fuerte, agresivo, que deja de lado el buen fútbol buscando solamente el resultado. Generalmente, se basa en pelotazos para llegar al área rival y es muy brusco en el sentido de disputa del balón. Busca quizás hacer daño, por eso suele parecer grotesco; pero en realidad es práctico, pragmático y escéptico. Aquí lo que interesa no es la estética, sino el resultado. Vale el 1-0 de penal (que no fue) en el último minuto. El fin justifica los medios.

 Se autodefine como un teórico del fútbol en el que el trabajo y entrenamiento, el sacrificio y el juego en equipo, deben primar en el terreno de juego. Gran táctico, Bilardo es reconocido como el abanderado de una manera de ver el fútbol, frente a la escuela representada por César Luis Menotti, que prioriza la belleza del juego y el espectáculo antes que la obtención de resultados.

 Con Bilardo todo es posible, desde aquel extraño líquido que le dio de beber a Branco, lateral izquierdo de Brasil, en un Argentina-Brasil de Italia ’90, y que, años después, jugadores argentinos reconocieron que contenía somníferos, hasta la famosa frase de “pisalo, pisalo”, cuando en un Deportivo-Sevilla de 1993, mientras entrenaba al equipo andaluz, el jugador del Deportivo, Albistegui, sangraba por la nariz y el médico del Sevilla corrió a socorrerlo. 

 Entrenadores que han seguido ese estilo han sido muchos, aunque se destaca a José Mourinho, especialmente en su época del Real Madrid, el Chelsea y el Inter. En el polo opuesto se sitúa el estilo de fútbol de César Menotti, el Menottismo, con el Barcelona de Guardiola como más reciente y destacado ejemplar.

 “El Flaco” sintió al deporte como su propia vida. Un amante de la individualidad, el defensor del clásico 10 con clase (no es casualidad que  Diego, el astro más grande que dio nuestro fútbol, debutó de la mano de él). Lo contradictorio del destino es que Maradona llegaría al punto máximo de su carrera bajo la dirección de su archirival, Carlos Salvador Bilardo, que hoy día ocupa la vereda de enfrente tanto mediática como popularmente.


 El Menottismo, es un paradigma de juego caracterizado por el buen fútbl, límpido, de estilo ofensivo, donde se llega al área no a pelotazos, sino al ras del suelo. Es un método -más bien una filosofía- que privilegia el ganar dando gusto a los ojos. La idea es atacar con la mayor cantidad de hombres posibles, que el espectador se divierta; en este sentido, es preferible ganar 5-4 que 1-0. Idealiza un fútbol estético, artístico, donde importa el cómo, el estilo: ganar es una consecuencia de jugar bien. La técnica, individual más que grupal, es primordial. No tanto así la táctica.

 Se trata de una corriente triunfadora en muchos equipos, como el Barcelona de Guardiola o Rijkaard, el Real Madrid de Valdano, pero también con enormes lagunas ya que ha habido una cantidad grandísima de conjuntos que han fracasado en su aplicación; el caso más representativo es la Brasil del 82, el equipo que posiblemente mejor haya jugado al fútbol.

 Un dato para los que se rigen por los números: Bilardo, como DT, suma dos títulos: Metropolitano 1982 con Estudiantes y, nada menos, que el Mundial de 1986. Menotti, también desde los bancos, acumula, al igual que el Narigón, una Copa del Mundo -1978- y un Metropolitano -Huracán 1973-. Pero añade una Copa de Liga, una Copa del Rey, una Supercopa de España (éstas tres últimas con el Barcelona) y el Mundial juvenil Sub-20 de 1979. Por cierto, Carlos Salvador no fue campeón dos veces como indica su página web oficial con el Deportivo Cali, consiguió llevarlo por primera vez a la final de la Libertadores pero jamás obtuvo títulos.

 Dejando en claro ya todo el material expuesto (con datos, estadísticas, testimonios e historiales) me enfoco en mi opinión personal.

 Yo creo que la mirada del “Flaco” hacia el fútbol es un tanto cerrada y terca. Si bien suena elegante y atractiva, el fútbol (como dice él) es justamente un juego, y no se puede hacer ojos ciegos e intentar imponer tu estilo sin importar si adelante tenés al Real Madrid o a Belgrano de Córdoba.

 Es un técnico 'conceptualista',  término que resume en jugar siempre con la misma ideología. "Defiendo a muerte mis conceptos y muero con ellos, sin fijarme lo que tengo en frente", algo que no comparto ni mucho menos. Depende de individualidades, el técnico busca convencer a cada uno de sus jugadores que es el mejor en su tarea. Podría denominarse al Menottismo como una filosofía invariable.

 El conceptualismo basa su impronta en la creencia e inventiva propia de cada jugador, creyendo únicamente en la motivación del técnico. Es decir, apoya al libre pensamiento del futbolista, dejando en claro que es quien va a definir -o no- un partido. A esta línea de pensamiento se adhieren la mayoría de los periodistas; algunos de ellos por propia convicción y otros sólo por conveniencia, ya que en estos tiempos ser "tacticista" está mal visto, o al menos, no encaja dentro de la consideración de los medios de comunicación más relevantes del país. Sin duda que Pagani lidera esta ideología futbolera, a la que se unen una larga lista de periodistas inocuos e inexactos, que siempre llevan las de ganar: si un equipo "conceptualista" juega mal es un mal día de los jugadores; de lo contrario toda la culpa y equivocación viene del lado del DT y sus "dibujos tácticos".

 El tacticismo, por su parte, considera fundamental un estilo de juego mantenido, basado en tácticas y estrategias para romper el juego del rival y construir el propio. Fucks y Fabbri son de los que más se acercan a esta idea.

 Marca vs. Talento, polifuncionales vs. especialistas, stoppers vs. zona, resultado vs. estética, detalles y pelota parada vs. conceptos de juego, obsesión vs. bohemia, trampas y ventajas vs. ética y fair play. Siempre de un extremo al otro. La síntesis brasileña sigue coleccionando títulos, mientras la miopía mediática local no se dio cuenta que la única manera de hacer crecer verdaderamente el “mercado”, fue abandonando deformaciones profesionales extremistas.



 Visto esto, yo me puedo autodefinir o acercar más a la idea del tacticismo, del Bilardismo. Pienso que cada partido es un mundo y cada rival es distinto; aunque no tengo una mirada cerrada de las cosas. Por ejemplo, creo que el Cholo Simeone es una gran combinación de ambos estilos. Intercalando conceptos y tácticas dentro del campo de juego logró desempeñarse como uno de los mejores entrenadores de fútbol en la actualidad. A mí me parece muy desacertado apostar a la imaginación de un solo jugador, y dejar librado al azar el mecanismo y el transcurso del partido. Sin embargo, en los dos casos se dan varias contradicciones. Menotti es relacionado con el fútbol “ofensivo” (pero supo practicar el achique); las individualidades creadoras (un star system, aunque Maradona nunca jugó bien en ella) y la espontaneidad y la alegría del juego (pero los partidos de su selección, salvo excepciones, eran aburridísimos, y en definitiva poco hay más triste que no ganar nunca). 

 Bilardo, simétricamente, ha sido convertido en paradigma del fútbol defensivo (pero usa menos defensores “netos”), del esquema rígido (pero planifica cada partido de manera distinta, según el rival) y del juego colectivo casi anónimo (pero Maradona hizo maravillas en esa estructura).  

 Algo importante a mencionar es que el “método” Menotti sólo funciona en equipos con jugadores brillantes, y siempre que estos se inspiren y no tengan enfrente un equipo muy bien ordenado. El “método” Bilardo puede ser aplicado por cualquier equipo con jugadores relativamente funcionales y sacrificados (no precisamente “estrellas”). Y eso es lo que lo diferencia mayormente, ésa es la paradoja central. Menotti, intelectual retrógrado (que elogia conservadoramente el fútbol “de antes”), propone un sistema elitista. Bilardo, picapiedras progresista, ha instalado, guste o no, un sistema que socializó el éxito futbolístico, acortando las antiguas y sagradas distancias entre equipos grandes y equipos chicos, fuertes y débiles, ricos y pobres —en el fútbol.

 De todas maneras, las estadísticas no marcan ninguna tendencia. Nadie puede definir con certeza qué cosa es mejor que la otra. Diferentes pensamientos; el debate está planteado. Ambas banderas, tuvieron sus triunfos. Menotti en el 78 (aunque los bilardistas dicen que se debe a los arreglos de la dictadura) y Bilardo en el 86 (pero los menottistas le adjudican el triunfo únicamente a Maradona). Contrariados a morir, hoy en día ninguno logró imponerse sobre el otro.